INSTITUCIONES ESPARTANAS

Instituciones espartanas

TEXTOS
IV SESIÓN. 7-III-22

Al recién nacido no estaba autorizado progenitor para criarlo, sino que, cogiéndolo, debía llevarlo a cierto lugar llamado lésche[1] en donde, sentados los más ancianos de los miembros la tribu, examinaban al pequeño y, si era robusto y fuerte, daban orden de criarlo, tras asignarle un lote de los 9000, pero si esmirriado e informe, lo enviaban hacia las llamadas «Apótetas”[2] un lugar barrancoso por el Taígeto, en base al principio de que, ni para uno mismo ni para la ciudad, vale la pena que lo que, desde el preciso instante de su nacimiento, no está bien dotado de salud ni de fuerza.   
[…]
Había cierta preocupación por preparar a las nodrizas con tal arte que, criando a los pequeños sin pañales, los volvían esbeltos de miembros y de gallardo aspecto, pero, además, felices con su forma de vida, sin extrañeza a la oscuridad, sin miedo a la soledad y ajenos al torpe gimoteo y a las rabietas.
[…]
A los hijos de los espartíatas, Licurgo no los confió a pedagogos, ni se permitía a cada cual que criara o educara a su hijo a capricho, sino que él en persona, tomándolos a todos a su cargo nada más cumplir los cinco años, los distribuía en agélai[3] […] y los acostumbraba a pasar el tiempo juntos.
[…]
Los vigilaban los ancianos durante sus juegos […] y se informaban de cómo era por naturaleza cada uno de ellos en cuanto a soportar el dolor y no rehuir la pelea. Letras, en general, sólo aprendían lo elemental y toda la restante educación estaba orientada a la obediencia, a tener firmeza en las fatigas y a vencer en los combates.
[…]
Al cumplir los doce años ya vivían sin túnica, recibiendo un solo manto para todo el año, con los cuerpos mugrientos, y ajenos a baños y bálsamos, con la excepción de algunos días al año en que disfrutaban de semejante placer. Dormían juntos sobre yacijas de paja que ellos mismos preparaban cortándolas con la mano, sin valerse de herramientas […]. En invierno echaban debajo los llamados “pie de erizo” y los mezclaban con la paja, pues según parece, su hojarasca tiene ciertas cualidades caloríficas.
(Plutarco, Licurgo, 16)

Sobre la κρυπτέια (kruptía).
Era como sigue: los jefes de los jóvenes, a aquellos que a primera vista eran inteligentes, los sacaban durante cierto tiempo al campo en cada ocasión de una forma distinta, con puñales y la comida indispensable, nada más. Ellos, durante el día, esparcidos por encubiertos lugares, se escondían y descansaban; y, por la noche, bajando a los caminos, mataban a cuantos hilotas sorprendían. A menudo metiéndose incluso en sus campos, daban muerte a los más recios y fuertes de aquéllos. 
(Plutarco, Licurgo, 28).  
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[1] Ciertos edificios, lugar de encuentro de los ciudadanos
[2] Lit. ‘lugar de abandono’.
[3] Grupos de camaradas cuya finalidad era la educación militar.

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