Los antiguos imaginaron diversos lugares fantásticos y dieron también pistas para que quienes quisieran buscarlos acabaran encontrándolos. La mayor parte de ellos solo tuvo vida dentro de la literatura pero nadie puede dudar de que, muchas veces, lo que se ponía por escrito tenía (y tiene) un peso extraordinario a la hora de conformar la realidad. Por ello, este recorrido por distintos lugares con los que la fértil imaginación de griegos y romanos complementó su mundo real nos llevará a espacios en los que se proyectan, distorsionadas, exageradas, satirizadas, las percepciones, angustias, deseos o temores de sus autores y de la sociedad en las que se insertan: no se tratará nunca de visiones inocentes, sino que todas ellas obedecen a motivos mucho más profundos que los que, a primera vista, pudiéramos pensar. Confiamos en que el lector encuentre y transite, a través de este recorrido, por alguno de esos caminos para llegar y descubrir estos lugares fantásticos.
Viaje a las costas de un continente desconocido
Bernardo Souvirón Guijo
Dos referencias bibliográficas:
En ese sentido, es evidente que Libia está rodeada de agua por todas partes, salvo por el lado en que confina con Asia. Que nosotros sepamos, el rey de Egipto Neco fue el primero que lo demostró, ya que, tras interrumpir la excavación del canal que, desde el Nilo, se dirigía al golfo arábigo, envió en unos navíos a ciertos fenicios con la orlen de que atravesaran las Columnas de Heracles hasta alcanzar el mar del norte y llegar de esta manera a Egipto.[…] Al tercer año de travesía doblaron las Columnas de Heracles y arribaron a Egipto. Y contaban, cosa que, a mi juicio, no es digna de crédito, aunque puede que lo sea para alguna otra persona, que, al contornear Libia, habían tenido el sol a mano derecha.(Heródoto, 4.42. La circunnavegación de África)Respecto a Asia, la mayor parte de los descubrimientos se llevaron a cabo por orden de Darío, quien, con el propósito de saber, por lo que al río Indo se refiere, en qué parte del mar desemboca dicho río -que, de todos los ríos del mundo, es uno de los dos que presenta cocodrilos-, despachó a bordo de unos navíos a varios exploradores que le merecían garantías de que le iban a decir la verdad; entre ellos, a Escílax de Carianda[1].Los exploradores partieron de la ciudad de Caspatiro y de la región Páctica y navegaron, río abajo, en dirección al lejano oriente[2], hasta llegar al mar. Luego navegaron por el mar con rumbo oeste y, al cabo de treinta meses, llegaron al mismo lugar desde el que el rey de Egipto había hecho emprender la circunnavegación de Libia a los fenicios que mencioné anteriormente. Y tras el periplo de esos exploradores, Darío sometió a los indios y utilizó las rutas de ese mar.(Heródoto, 4. 44. Viaje desde el Indo hasta el mar Rojo)
XXV Ciclo de conferencias de Otoño que organiza la Delegación de Madrid de la Sociedad Española de Estudios Clásicos.
Ilustraciones y fotos en blanco y negro
Editorial: Sociedad Española de Estudios Clásicos
Dominguez Monedero, Adolfo J. y David Hernández de la Fuente (eds)
Autores: SOUVIRÓN GUIJO, BERNARDO; MESTRE ROCA, FRANCESCA; DOMÍNGUEZ MONEDERO, ADOLFO; MOVELLÁN LUIS, MIREIA; PIQUERO RODRÍGUEZ, JUAN; GAGO SALDAÑA, MARÍA DEL VAL
Páginas: 211
Año: 2018
Lugar: Madrid
ISBN: 978-84-09-06689-6
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[1] Ciudad de Caria, a unos 10 km. al norte de Halicarnaso. El viaje debió de darse en torno al año 510 a. C.
[2] Afirmación incorrecta. Esta atribución de un curso hacia el este era común en la Antigüedad. La afirmación de Heródoto estaba de acuerdo con la ley de la simetría geográfica, según la cual los ríos del lejano oriente discurrían hacia el este.
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