Mujer de Aire

Un gran fuego ardía en el hogar y, lejos, el olor del cedro hendido y del sarmiento que crepitaba se esparcía hacia lo alto de la isla. Dentro, cantando con hermosa voz, ella iba de un lado a otro y tejía la tela con lanzadera de oro.
Alrededor de la gruta había nacido un fuerte bosque: alisos, álamos y olorosos cipreses. Dentro de él anidaban aves de largas alas: búhos, halcones y grajillas marinas de afilada lengua, para las que los trabajos del mar son la preocupación. Allí mismo, junto a la cóncava cueva, se extendía una viña floreciente cargada de uvas, y cuatro fuentes, cerca una de la otra, fluían llevando sus claras aguas a lugares diferentes. Blandos prados de violetas y apio florecían.
Al llegar a aquel lugar hasta un inmortal se hubiese admirado al contemplarlo sintiendo que se le alegraba el corazón.

Homero Odisea V. 59 y ss.









Mujer de Aire
Primera edición: abril 1980
© Bernardo Souvirón
Maqueta: Gibertmón
Impreso en Gráficas Diamante
Zamora 83, Barcelona-18
Edita: Víctor Pozanco
Córcega 269 Barcelona-8
ISBN 84 - 7457 - 075 - 1 Depósito Legal: B. 13159 - 1980
Impreso en España

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