¿Qué es la democracia?

Philipp von Foltz. Discurso fúnebre de Pericles
Philipp von Foltz. Discurso fúnebre de Pericles. Desde la Pníx, con la Acrópolis al fondo, Pericles se dirige a los atenienses para consolarlos en el entierro de los primeros caídos en la guerra del Peloponeso.

Los tiempos difíciles propician preguntas y buscan algunas respuestas. Ésta segunda década (recién estrenada) del siglo XXI, es propicia a las preguntas, pues son muchos los sueños que parecen haberse desvanecido y muchas las expectativas que parecen condenadas a no cumplirse.
Una de esas preguntas, sin duda entre las más importantes, tiene que ver con el sistema de convivencia en el que estamos inmersos los ciudadanos de Europa; un sistema, por cierto que nos viene desde muy antiguo.
La historia de las ideas políticas no es, ciertamente, otra cosa que nuestra tentativa por procurarse mecanismos de convivencia. Es, al cabo, la historia de todos nuestros intentos, vanos hasta el día de hoy, por evitar el enfrentamiento y la guerra. Se trata de una historia dramática y, en cierta medida, triste, pues es una historia inacabada.
En efecto, tres mil años después de que la política se iniciara en Grecia, no hemos conseguido hacer que las ideas liberadoras sean universales y que los logros que éstas aportan sean patrimonio de todos los seres humanos de nuestro mundo. Como tantas otras veces, hemos globalizado el beneficio económico, las leyes que santifican la riqueza y perpetúan la pobreza, pero no henos globalizado las ideas que nos han hecho sentir, al menos en algún momento, hombres libres.
De entre todos los sistemas de convivencia, hemos adoptado uno que fue inventado y experimentado por primera vez en Atenas, hace dos mil quinientos años, más o menos. Los propios atenienses lo llamaron democracia, pues gracias a este sistema fueron los primeros en crear un tipo de Estado que exigía la participación real en la vida pública de todos los que formaban parte de él. Llamaron a este Estado πόλις (pólis), a quienes formaban parte de él πολίτης (polítai, es decir, ‘ciudadanos’), y a la actividad que los ciudadanos desarrollaban en la pólis, πολίτευμα, es decir, ‘política’.
La palabra democracia ha sido definida muchas veces, precisada con adjetivos más o menos acertados (radical, cristiana, socialdemocracia, etc.) y traicionada permanentemente por la práctica política. Mas ¿cómo la definían los propios atenienses? ¿Cómo entendían ellos su sistema político de convivencia, al que habían bautizado con el término democracia?
Quizá las palabras del propio Pericles, auténtico conductor de la democracia ateniense durante los años de esplendor del siglo V a. C., nos sirvan para entender lo que, realmente, significaba democracia para los propios atenienses. Tales palabras, pronunciadas con motivo del funeral que el estado ateniense organizó en honor de los primeros caídos en la guerra del Peloponeso, nos han sido transmitidas por Tucídides, quien en el libro II de su Historia de la guerra del Peloponeso pone en boca de Pericles lo siguiente:
Nuestro sistema de gobierno nada tiene que envidiar a las instituciones de los pueblos vecinos, pues somos nosotros más bien ejemplo que imitadores de otros. El nombre de nuestro sistema de gobierno es democracia, pues el poder de gobernar no está en manos de unos pocos, sino de la mayoría. Y de la misma manera que las leyes son iguales para todos en lo que se refiere a los asuntos privados, así también, en lo que se refiere a las funciones públicas, es preferido aquel ciudadano que goza de la consideración general no por razón de su clase social, sino por su mérito personal. Pues si alguien puede hacer un buen servicio al Estado, entonces ni la pobreza ni la oscura condición social pueden ser un impedimento.
[…] Cumplimos siempre con escrúpulo las disposiciones de nuestro Estado, respetando a las autoridades y obedeciendo las leyes, especialmente las establecidas en favor de quienes sufren injusticia y aquellas que por su propia naturaleza no están escritas [1], pero traen una vergüenza manifiesta a todo aquel que las incumple.
[…] Amamos la belleza con medida y la sabiduría sin relajación. Utilizamos la riqueza más como un medio para la acción que como motivo de jactancia, de manera que, entre nosotros, la pobreza no significa baldón alguno para nadie; el verdadero baldón es, precisamente, no poner todo empeño en evitarla.
Nos ocupamos de nuestros asuntos privados, pero también de los asuntos públicos, y así gente de muy diversos oficios conoce perfectamente tales asuntos públicos, pues somos los únicos que no consideramos ocioso, sino inútil, al ciudadano que no participa de la vida en común.

Así pues, afirmo que Atenas es un modelo para toda Grecia, y creo que cualquier ateniense está en disposición de lograr un desarrollo completo en los más variados aspectos, y de conseguir, al tiempo, una inteligencia flexible […] que le permita enfrentarse con éxito a las situaciones más diversas.
(Tucídides, Historia de la guerra del Peloponeso, 2. 37 y ss.)
Estas palabras fueron pronunciadas en el año 431 a. C. A mi juicio, podrían haber sido pronunciadas hoy mismo.
Tal es el valor eterno que encierra su significado.



[1] Se refiere Pericles a las leyes naturales, no reflejadas en ningún código legal.

4 comentarios:

Julio Escudero dijo...

¡Estimado profesor!:

Tal y como he podido leer, estas palabras de Pericles fueron pronunciadas con motivo del funeral de Estado. Son palabras, que hoy me suenan rimbombantes, aduladoras y me recuerdan en cierta medida a muchas actuaciones (usando conscientemente la palabra actuación, en su acepción mas teatral) de nuestros políticos, recuerdan a partes importantísimas que tenemos recogidas y muy olvidadas en nuestra Carta Magna. Mi reflexión es la siguiente:
¿Cuán lejos o cuán cerca estaba la sociedad griega de estos discursos?, ¿podemos saberlo?, ¿queda constancias de movimientos subversivos o indignados (en caso de que los hubiera)?

Muchas gracias por el tiempo que le dedica usted a esta página que sirve para instruirnos a aquellos que dejamos escapar el tiempo.

Un saludo.

Julio

Julio dijo...

¿Es verdad, que el mismo Platón y también Aristóteles hicieron críticas sobre la democracia Ateniense? De ser cierto, ¿puede usted hablarnos de esas críticas? Muchas gracias, querido profesor.

Bernardo Souvirón dijo...

No sé exactamente lo cerca que estaban las palabras de Pericles de la gente, pero sospecho que más de lo que estarían ahora. La forma en que Pericles se dirigía a la gente de Atenas (tal como nos la transmite Tucídides) siempre me ha parecido familiar, como si fueran palabras pronunciadas ante amigos, incluso cuando exagera.
Evidentemente es difícil saber si había "indignados", pero estoy seguro de que sí. En este sentido, los cínicos, por ejemplo, representan una cierta contracultura, un desafío al sistema desde todos los puntos de vista.
Escribiré algo en este sentido en fechas cercanas.
Gracias a ti, por pasarte por aquí de vez en vez.

Bernardo Souvirón dijo...

Sí, es cierto. También dedicaré un artículo a este asunto. La crítica a la democracia es uno de los hilos de reflexión que personalmente más me interesa. Gracias por tu interés, Julio.