Historia de Grecia II. La Grecia Clásica


Tucídides
Tucídides
Sin embargo no se equivocará quien, de acuerdo con los indicios expuestos, crea que los hechos a los que me he referido sucedieron poco más o menos como he dicho, y no de más crédito a lo que sobre tales hechos han cantado los poetas o han compuesto otros escritores. Con frecuencia muchos autores escriben sobre cosas de las que no tienen pruebas y sobre hechos que, debido al paso del tiempo, resultan en su mayor parte increíbles, inmersos en el mito.
Quizá la falta de un elemento mítico en mi narración reste encanto a mi obra. Pero si cuantos quieren tener un conocimiento exacto de los hechos del pasado (y de los que, de acuerdo con las leyes de la naturaleza humana, habrán de ser iguales o semejantes en el futuro) consideran que mi obra es útil, entonces será suficiente. Mi obra ha sido compuesta como una adquisición para la eternidad, no como una pieza de concurso para deleite de un momento (κτῆμά τε ἐς αἰεὶ μᾶλλον ἢ ἀγώνισμα ἐς τὸ παραχρῆμα ἀκούειν ξύγκειται).
(Tucídides, Historia de la guerra del Peloponeso, 1. 21 y 22)


Palabras de Pericles ante los padres de los jóvenes caídos al comienzo de la guerra.

“Ninguno de éstos flaqueó poniendo delante el goce de la riqueza que le estaba reservado ni retardó el peligro por 1a esperanza de enriquecerse si quedaba indemne, sino que considerando más deseable que estas cosas el castigo del enemigo, y juzgando además que éste era el más hermoso los peligros, decidieron, arriesgándose a él, privarse de aquellos bienes confiando a la esperanza la incertidumbre del éxito y, en cambio, atreviéndose a confiar en sí mismos al obrar. Consideraron, pues, en el trance mismo de la lucha, que se debía sufrir la muerte antes que salvarse huyendo, y evitaron una fama vergonzosa, sostuvieron la lucha al precio de su vida, y en un breve instante del azar, en la culminación de su gloria, no de su miedo, murieron.  
Y, dando sus vidas por el interés común, recibían para sí mismos una alabanza inmortal y la más gloriosa tumba: no el lugar en que yacen, sino aquella otra en que queda a perpetuidad su gloria, hecha inmortal en el corazón de todos los hombres. Pues la tierra entera es la tumba de los hombres ilustres y no está indicada sólo por la inscripción de las columnas sepulcrales en el país propio, sino que, aún en el extraño, vive en cada hombre un recuerdo no escrito, grabado más en el corazón que en algo material”.
(Tucídides, Historia de la guerra del Peloponeso, 2.42 y ss.)




1 comentario:

pau dijo...

Muchísimas gracias, Jorge! Qué joya!