Poesía lírica coral

Alcmán, Partenio 1


[…] Hay un castigo de los dioses.
Dichoso aquel que, con feliz ánimo,
la trama del día teje sin lágrimas.
Mas yo canto la luz de Ágido.
La veo como al sol
al que ella misma invoca,
testigo de su luz.

[…] Hagesícora es distinta;
brillante como si alguien
un caballo colocase en medio de las reses;
un caballo vencedor, de cascos resonantes,
propio de un alado sueño.

[…] Ahí está Hagesícora, mírala,
y Ágido, la segunda en belleza,
que corre tras de ella.
Luchan con nosotras
que llevamos un peplo a la diosa,
luchan en medio de la noche inmortal
emergiendo de ella como Sirio.

[…] Sigamos a Hagesícora
pues al piloto antes que a nadie
en la nave es preciso obedecer.
Ella no tendrá la dulce voz de las sirenas,
pues son diosas,
pero nosotras somos diez muchachas
cantando igual que once
y ella tiene la voz de un cisne
deslizándose sobre las corrientes del Janto,
sus hermosos, rubios, bucles al viento […]
(Alcmán, Partenio 1)

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